
El estudio muestra que después de que una infección por toxoplasmosis invada el intestino, el tejido empieza a comunicarse con otras partes del cuerpo para alterar el sistema inmunitario. En estos casos las células dendríticas del intestino, podrían actuar como un faro enviando señales de largo alcance a la médula ósea, donde se generan los monocitos. Las células de la médula ósea recogen las señales y preprograman a los monocitos con la función de proteger o reparar el tejido dañado.
Este descubrimiento podría ayudar al desarrollo de nuevos tratamientos para distintas patologías, como la Enfermedad Inflamatoria Intestinal o ciertos tipos de cáncer.
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Fuente: larazon.es 09/06/2015