Científicos del Centro Médico Universitario de Radboud, junto con el Centro Médico Universitario de Groningen en Países Bajos, y el Instituto Broad del Instituto Médico de Massachusetts y Harvard, en Estados Unidos, están investigando el origen de las diferencias en la respuesta inmune.
La respuesta ante los patógenos y la reactividad del sistema inmunitario, varía mucho de unas personas a otras, y determinan la propensión a padecer ciertas enfermedades autoinmunes como, por ejemplo, la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple o la enfermedad inflamatoria intestinal.
Algunos factores que pueden contribuir a esta variabilidad son los ambientales, como las estaciones, pero también están implicados otros como la edad, la genética y el microbioma intestinal. La evidencia científica apunta a que todos estos elementos influyen en la producción de citoquinas, que son las moléculas de señalización del sistema inmune.
Los cambios de estación parecen tener una gran influencia en la respuesta inmune. Los investigadores descubrieron que ciertas citoquinas tienen un pico en verano y que otros anticuerpos tienen un pico en invierno. Sin embargo, apuntaron que la vitamina D parece desempeñar un papel limitado en este proceso.
Los estudios revelan también que las mujeres son más propensas a sufrir enfermedades autoinmunes que los hombres. Parece que el porcentaje de grasa corporal, que difiere en ambos sexos, influye en la producción de citoquinas.
Entre un 25 y un 75% de la fuerza de nuestra respuesta inmune está determinada genéticamente. La predisposición genética de un sistema inmunológico fuerte es en parte hereditaria, pero puede variar dependiendo del patógeno al que esté expuesto. Las bacterias que habitan en el organismo y que componen nuestro microbioma también influyen en la producción de citoquinas provocando entre un 5 y un 10% de las diferencias en la respuesta inmunitaria.
Fuente: Lainformacion.com